Javier Vicedo
Será que ya no son nuestras las cosas,
o que nunca lo fueron y teníamos
―como quien guarda fe o agua entre las manos―
una forma imprudente de vivir.
/verano/¿1988/89?/un conejo/
tienes tres o cuatro años
caminas con tus hermanos por la montaña
también está tu padre
es verano y las plantas resisten bajo el sol
en el borde de un camino entre hierbajos veis un conejo inmóvil sus ojos
están amarillos respira a una velocidad asombrosa su pequeño cuerpo se
hincha y deshincha como si se tratara de un globo en cualquier momento
crees que podría estallar tu padre dice que el animalillo está enfermo
mixomatosis
el conejo morirá indefectiblemente es solo cuestión de minutos la mirada
del animal se vuelve redonda
como el cielo inmensa
un agujero por el que pasa todo el tiempo del mundo
aunque nunca mostraras gran inclinación hacia los animales cuando piensas
en una primera evidencia del dolor esa imagen acude incontroladamente a tu
cabeza no hay nada sofisticado en ese pensamiento es una incomprensión pura
la misma incomprensión que a los cuatro años
un conejo agonizando al borde de un camino
la primera grieta en un sistema perfecto
De "Interior verano". Ed. Pre-textos, 2022
ASÍ EL SOL
Será que ya no son nuestras las cosas,
o que nunca lo fueron y teníamos
―como quien guarda fe o agua entre las manos―
una forma imprudente de vivir.
Un alfiler de sol puntea cada
milímetro de mundo como si evidenciara
la dimensión exacta de la pérdida.
Ayer sabíamos poco de nosotros,
teníamos el hambre y la memoria
como garantes de un dominio sobre
el infinito de todas las cosas.
Basta con seguir el paso del sol:
recorre nuestro cuerpo con la misma
dureza que recorre el matorral,
la arcilla blanca
o la hormiga en el borde de la piedra.
Quizás nuestra única propiedad fue
la obsesiva ilusión de tener y tenernos.
ANIMAL DE ESPERA
No crees en las revelaciones
y sin embargo, ¿qué esperas aquí
de pie en mitad de un día cualquiera?
Sostenerse erguido
ya es una forma de creer.
(De Fidelidad de una sombra, Ed. Pre-textos, 2015)