Lucianna Argentino
Desde la garganta de la noche la palabra
grita su rendición al silencio azul de la mañana
a la que hace eco el gesto de Dios cuando quebró la eternidad
por eso algunas mañanas la luz retrasa su paso
y deja que sea el tiempo a coger el fruto
-primicia del ángel exhausto.
Bio
Lucianna Argentino nació en Roma en 1962. Ha publicado los poemarios: “Gli argini del tempo” (ed. Totem, 1991); “Biografia a margine” (Fermenti Editrice, 1994); “Mutamento” ((Fermenti Editrice,1999); “Verso Penuel” (edizioni dell’Oleandro 2003); “Diario inverso” (Manni editori, 2006); “L'ospite indocile” (Passigli, 2012); el poema “Abele” (Ed. Progetto Cultura, Le gemme 2015); “Le stanze inquiete” (Edizioni La Vita Felice, 2016); “Il volo dell’allodola” (Edizioni Segno, 2019); “In canto a te” (Samuele Editore, 2019); “La parola in ascolto” (Manni editori, 2021); “La vita in dissolvenza” (Samuele Editore, 2022).
Como desencantos
Improvisos desencantos al equivoco
del vocablo que fue
resignaban el presente
como el vuelo del moscón
del vidrio de la ventana
al espejo que lo refleja.
El azul es el mismo que yacía
donde las palabras masturbaban
la vanagloria aburrida del yo
y prolongaban el murmullo de las olas
en contra de la quilla retenida
por el pescador que no vio
la curva sinuosa del monte
minar la virginidad del cielo.
Había esparcido hojas porque su silencio
os dejase signos para interrumpir
el pendular ir de las palabras.
Ahora, en un cuadrilátero de respiro, están
estrujados, amarillentos crujen
Debajo de mis pasos indefensos.
Trato en vano de abrirlos, alisarlos,
se rasguña la mano indefensa y la pluma
se atasca sobre páginas de papel de lija.
Tiembla quien del abismo hace su semilla
y teme que sea tiniebla la cosecha,
pero luego viene la luz
en rayos o perturbaciones
y es una forma de límpida materia
el amor que de ella brota
y desgrana las horas en el trabajo del tiempo
pero no es eso lo que nos envejece
es lo que guardamos
-todo lo que no dejamos ir.
Ha vuelto mayo con sus desiertos asilos
y los no pensados vacíos
abrazados al silencio de los patios
cuando no hay otra música
que el volar alto y veloz de las golondrinas
su garrido que remienda el aire
lacerado por el miedo de quien entre cuatro paredes
siente que la vida es vida condensada
y como los átomos perdiendo energía
emite luz. Y luz sea, entonces
e ilumine lo que nos hace humanos
mostrando que no es raíz el mal
sino que lo corta el ser amado y amar
-el empeño cotidiano
de quien con palabras
de las cosas extrae esplendor.
Frente a mi ventana pasa el mundo entero
sin embargo es solo un rectángulo de luz entre dos paredes
sobre el que por la mañana se detiene el sol y tiene la misma transparencia
que le va bien al vidrio y a la mirada humana
cuando en ello el tiempo cambia dirección
y su flecha se incrusta en el instante
que gime desorientado como quien
-demasiado tiempo- ha mirado hacia arriba.